miércoles, 11 de abril de 2007

Historia de un Eclipse

La luz de día se sentía morir

al no poder refugiarse en el manto cálido de la negra noche,
pues con toda el alma anhelaba tocar su piel de estrellas,
y soñaba con perderse en sus ojos de luna llena...

...En cambio, la noche, indiferente, sólo le miraba en la distancia,
sutil, serena, como siempre hacía al caer el sol,
mientras la luz de día se apagaba una vez más,
como otras tantas, diluida lentamente en el ocaso.

Pero, al correr del tiempo, un milagro ocurrió, la noche la buscó,
la besó dulcemente con el fresco perfume de su brisa,
y la acarició, suave, con su tierna melodía;
al fin supo la luz de día lo que era ser amada por la noche,
e irremediablemente entregó su alma a ese ser que tanto amaba.

Y quizá sería la única vez
en que el sol podría fundirse con la luna,
pero la luz de día al fin pudo florecer en su esplendor,
porque al fin fue amada,
aunque haya sido sólo una noche..

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