La investigación psicológica aplicada al control de las masas
El principal responsable en Occidente, especializado en este tipo de investigaciones y del desarrollo de la planificación operativa, sería el Instituto Tavistock de Relaciones Humanas (Londres) y sus sucursales en Estados Unidos, así como numerosas colaterales y subsidiarias tales como la Rand Corporation, el Centro de Investigación Stanford, el Instituto Hudson, la Fundación Heritage, etc.. En este punto no debería descartarse la mutua colaboración entre esas organizaciones con el Instituto de Psico-relaciones y el Departamento de Psico-corrección de la Academia Médica, ambos de la ciudad de Moscú, inclusive durante el período en que existía la comunista Unión Soviética.
El Instituto Tavistock inició sus actividades en Londres en 1921, con el objeto de estudiar la “neurosis de guerra”, causada principalmente por los largos e intensos bombardeos de artillería durante la Primera Guerra Mundial y para establecer el “punto de ruptura” del equilibrio psicológico de las personas sometidas a un estrés muy intenso. Estudios que posteriormente se ampliaron a la investigación de la conducta y del comportamiento humano, no sólo para casos de guerra, sino para la actividad general del hombre, a efectos de ejercer el control y manipulación de las personas, siguiendo la línea freudiana.
En otras palabras, de la investigación que realizan esos centros se derivan técnicas para quebrar las condiciones de fortaleza de los individuos, de forma tal que queden incapacitados o condicionados, de manera que puedan ser fácilmente manipulados por los operadores. Para ello, se esfuerzan en romper la unidad familiar y destruir los principios inculcados en el hogar relacionados con la religión, el honor, el patriotismo y la conducta sexual.
El rol de los medios de comunicación masivos, la música y la droga
Estas técnicas se ejecutan, principalmente, a través de los medios de comunicación masivos, la educación, las distintas formas de entretenimiento, la manipulación de la opinión pública y la inducción de la narco-contracultura. En este sentido, es sorprendente el grado de desinformación que evidencian personas que, en las últimas décadas, asumieron algún tipo de responsabilidad en la dirección política, educativa o cultural del Estado. Muchas de ellas, atribuyen erróneamente a la subversión marxista y a la acción soviética, la implantación en nuestra sociedad de numerosas tendencias, actitudes y costumbres, especialmente entre la juventud –las que comenzaron a despuntar en los años setenta- y que hoy son moneda corriente en el comportamiento y manifestaciones individuales y colectivas. Es que no saben o no se han preocupado por investigar: la mayor parte de esas manifestaciones se originaron en los centros de poder del “occidente cristiano”, fueron planeadas, diseñadas y puestas en práctica por occidentales, demócratas y capitalistas.
Por ejemplo, eso sucedió en los años sesenta con el fenómeno de los “beatles” y de sus composiciones de música atonal, que induce a la adopción de manifestaciones violentas e incontroladas. En combinación con la realización de los grandes festivales de música “rock”, fueron parte de un experimento social que sometió a grandes sectores de la población a un proceso de lavado de cerebro del cual ni siquiera fueron conscientes. Por otro lado, la estridencia y las particularidades de la nueva música, juntamente con el ambiente permisivo e incontrolable de esos festivales, obraron como introductores masivos de la cultura de la droga entre la juventud norteamericana.
Sin lugar a dudas, los medios de comunicación masivos - Radio, TV, cine, diarios, revistas, editoriales, etc.- tienen un rol muy significativo para el ejercicio y logro del control mental de la población. Como sucede en casi todos los países que se encuentran controlados por el Poder del Dinero y de la Usura Internacional, los medios de comunicación no responden a los respectivos intereses nacionales, sino que están bajo su control directo o indirecto. Es así como, a través de las mencionadas operaciones y técnicas psicológicas, de los contenidos educativos, de los temas y conductas a que somos inducidos inadvertidamente, vamos siendo condicionados -como lo expresaba Alfonso X, el Sabio- para “entretenernos de tal forma en el laberinto cotidiano que nos crean, como para que terminemos siendo incapaces de levantar la cabeza y ver a quien nos sojuzga”.
En parte, la aplicación de dichas técnicas psicológicas inadvertidas –sumadas a nuestros defectos y debilidades- podría explicar la pasividad, inmovilidad y la paralización de la inteligencia y de los sentimientos del pueblo mexicano, que vive como anestesiado e indiferente a su destino de esclavitud que le está siendo impuesto desde hace varios años.
Y esto entra en clara contradicción con la situación que se vive, ya que nunca como hoy, las condiciones fueron tan propicias para capitalizar la restauración o reconquista de la Patria. Sin embargo, nunca como hoy los sectores nacionales carecen de presencia en el pueblo; nunca como hoy nuestras ideas son ignoradas e impenetrables en nuestra población; nunca como hoy impera la desarticulación organizativa y la confusión ideológica, en los métodos, procedimientos y objetivos a perseguir. En síntesis: nunca como hoy somos tan pocos y estamos tan solos los que resistimos la opresión.
Las estrategias de “tensión social” y de “penetración de largo alcance”
En tal sentido, sin pretender atenuar la responsabilidad principal que objetivamente tenemos los propios mexicanos en la decadencia de nuestro país -atribuibles a nuestra incapacidad y a la venalidad/traición de las clases llamadas “dirigentes”- no debería descartarse que el desarrollo de las “estrategias de tensión” y de “penetración de largo alcance” experimentadas sobre nuestra población, hayan contribuido a agravar el adormecimiento, docilidad y dislocación actual del pueblo mexicano mediante:
- El desmantelamiento o desaparición de las ideas y de la identidad nacional sin ningún tipo de protestas.
- El cuestionamiento sistemático de la historia y de los próceres fundadores de la nacionalidad.
- La provocación de situaciones que generan cansancio moral, psicológico y tristeza.
- La pérdida de la capacidad para detectar y resistir futuras sorpresas y conmociones.
- El sometimiento de la población a cada vez más frecuentes períodos de conmoción psicológica.
- El fomento de la apatía y de la pérdida de confianza.
- La creación y manejo, en distintas fases, de cualquier tipo de fenómenos disociadores.
- La presentación de centenares de opciones diarias para decisión de la población, saturando su capacidad de elección y, simultáneamente, provocando que toda información sea rechazada, a menos que la motivación pueda ser claramente percibida.
- La desinformación y la difusión de noticias falsas e incompletas
- La quiebra de la moral a través del manejo de diferentes formas de terror y la consecuente dosificación de los miedos individuales y colectivos (desempleo, falta de alimentos y vestidos, carencia de asistencia médica, falta de remedios para tratamientos, inseguridad, falta de educación, etc.).
- La promoción del “opio de las masas” a través de la adicción prolongada, reiterada y obsesiva a los espectáculos deportivos, al sexo indiscriminado, a la música rock o bailantera.
- El fomento de la conducta indecorosa como norma social o sea: la eliminación de los valores como puntos de referencia y de contención moral.
- El estímulo de la resignación, el derrotismo y de la sensación de que nada más se puede hacer o de que todo está perdido.
- La pérdida de la capacidad de lectura, concentración, interpretación y abstracción, con la consiguiente reducción de la cantidad de palabras que son usadas en el lenguaje coloquial.
- La creación de vocablos nuevos y la modificación frecuente del sentido de las palabras.
De esta forma, a medida que la población se va saturando de conmociones o “shocks”, por ser éstos cada vez más frecuentes y de menor duración, también va incrementando el “estrés” colectivo, dado que pierde la capacidad para superarlos. Entonces el pueblo queda perplejo, inmóvil, paralizado, anestesiado, dislocado; es decir sin capacidad de razonar ni de actuar.
Las técnicas de “tensión social”
En general, la aplicación de estas técnicas de agresión psicológica o de control mental masivo o de lavado de cerebro, sobre grandes grupos poblacionales se realiza en tres fases, las cuales se desarrollarán siguiendo un ejemplo esquemático basado en el problema de la “inseguridad”:
Primera Fase (Superficialidad)
El grupo social tomado como blanco se defiende a sí mismo utilizando eslóganes. Falla en la identificación de la fuente, origen o causa de la crisis o problema. Por consiguiente, no hace nada para enfrentarla, con lo cual la crisis persistirá.
Ejemplo: “el problema se origina en la falta de trabajo”; “la policía no es competente”; “es debido al régimen carcelario del 2 x 1”; “todo se debe a las leyes benignas”; “en la justicia no se puede confiar”; “son todos corruptos”; etc.
Segunda Fase (Fragmentación)
El grupo social tomado como blanco continúa soportando la crisis, con o sin reconocimiento del origen o causa de la crisis o problema, sin que la misma se revierta y, por el contrario, progresivamente se va rompiendo el orden social, en la medida que se hace más intensa.
Ejemplo: El sector social que no está afectado directamente actúa pasivamente y su conclusión es: “Gracias a Dios que estamos lejos de los barrios pobres o de las villas”; “la comisaría de la zona es muy buena”; y se desentiende de la suerte de los que están más perjudicados. En cambio, el sector social afectado, efectúa protestas callejeras, no sale de noche, no lleva dinero ni alhajas; coloca rejas en todas las aberturas; blinda las puertas; ilumina alrededor de la casa, incrementa el número de custodias, etc.
Tercera Fase (Disociación o fractura)
Ante la quiebra del orden social y el agravamiento de la crisis o problema, los grupos sociales deciden por si mismos, se niegan a aceptar o a convivir con la crisis inducida y adoptan una respuesta no adecuada, dado que el origen o causa de la crisis no fue identificada. Fundamentan su decisión con argumentos elementales y actitudes disociadoras.
Ejemplo: Se conforman distintos grupos, según la amenaza que cada uno soporta, y comienzan a armarse y a defenderse por sí mismos. Se desconfía de las personas por su aspecto exterior, motivando situaciones de discriminación. Se limita el movimiento y/o se prohíbe el acceso a determinados lugares y en ciertos horarios. Se reacciona desproporcionada y preventivamente frente a la menor sospecha. Cada grupo, que se siente amenazado por la agresión, delimita su área de seguridad y de exclusión respecto a los grupos sociales que considera y sospecha como delincuentes. Éstos, a su vez, hacen lo mismo en función de las zonas donde habitan y controlan, impidiendo y sancionando todo acceso o penetración de cualquier extraño a su grupo social. Esto está ocurriendo simultáneamente en el conurbano bonaerense, tanto en las zonas de mayor poder adquisitivo como en las de mayor pobreza.
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