Capitulo dos
Dos Despertó y observo el reloj, eran las 3 de la mañana, sabía que sería otra noche sin sueños, prendió un cigarrillo mientras se levantaba de la cama y observaba a su alrededor, viejos periódicos a lo largo del suelo, papeles rotos en el bote de basura que reflejaban la frustración del escritor que no puede plasmar sus ideas y sentimientos en las hojas. El ruido de la ciudad reflejaba el ambiente deprimente en el que vivía, a lo lejos una sirena policíaca anuncia la creciente ola de violencia y la suciedad de las calles combinan perfectamente con el cuadro, mientras que un bebe componía con su llanto la música sonora que parecía adivinar el futuro negro que se acercaba.
Se levantó hacia la ventana para observar la obra maestra que tan burlonamente Dios le dibujaba ante sus ojos. El humo del cigarro parecía lo único vivo que provenía de ese cuarto, mientras que el fríamente observaba su cuerpo.
«Ya no eres joven», pensó, mientras que recordaba sus días de estudiante y los juegos de la infancia que parecían ya tan lejos, «vamos, a tus 53 años de edad ya deberías de tener tu vida encaminada hacia algo, un hogar, un trabajo respetable y por lo menos algo de dinero para una comida decente», dio la ultima bocanada del cigarrillo y lo apago en un cenicero de cristal mas que sucio y descuidado, lentamente fue al baño y mientras orinaba siguió diciéndose sarcásticamente, «En cambio mírate ahora, descuidado, con un trabajo por demás asqueroso y lo único que comprende tu alimentación son cigarros y café frió, ¿qué puede esperar uno de la vida cuando solo tienen cenas frías esperándome todos los días».
Se recostó de nuevo en la cama y de un cajón saco un viejo álbum de fotos, «mírate, hace unos años eras un joven idealista, lleno de vida, sentías que podías comerte el mundo de una sola mordida, ve bien tus ojos, reflejando una pasión hipócrita, ¿qué paso con ese joven que solía rebelarse contra todo y los demás le seguían? », su mirada se perdió en el techo de la habitación, observando las vueltas del ventilador.
- ¿Esto es todo lo que puede ofrecer la vida? – Dijo en voz alta, -¿noches de desvelo y días que se pierden en el olvido?, ¿cenas frías y una habitación aún mas fría?-.
La ciudad continuaba su ritmo, ruidos ahogados por alguna alarma de carro, alguna radio prendida, un cristal rompiéndose, todo se mezclaba perfectamente, los ruidos denotando el número gigantesco de personas que coexisten en ese lugar y que a la vez, se alienan unos entre otros.
Hoy la noche no tenía nada de especial, hoy no ocurría nada diferente a lo que ocurre en todo el año, las cosas siempre parecen ser iguales, salvo por él, que aburrido de su habitación, decide mandarla al demonio y buscar algo que hacer por las calles.
Sus pasos firmes y su respiración marcada en el viento parecen actuar por su cuenta, sin tomarle en cuenta, como si tuvieran vida propia y el solo fuera el conducto de ellos. Observando el desfile de carteles en las paredes, anuncios que exclaman la atención de la gente, anuncios de cerveza o de alguna obra de teatro, algunos tan gastados que no se pueden leer, otros rotos por la mitad, a su derecha un vagabundo duerme en las calles y por unos segundos le mira con envidia por su tranquilidad al dormir, a el no le preocupa el mañana mientras haya sobrevivido el día de hoy, del lado contrarió de la calle un puesto de periódicos se prepara para la llegada de la edición matutina, mientras que los automóviles siguen su camino como siempre, como si no existiera ese mundo donde el vive.
A lo lejos puede ver unas prostitutas, que parecen aun mas viejas que el, unas usando mallones gastados, otras con sus faldas cortas, vestidos pegados al cuerpo que más que excitar parecen marcar los cuerpos arrugados y sin vida, hombres, mujeres, una que otra menor de edad, otras parecen perdidas en sus pensamientos, mientras que otras parecen compartir un mismo cielo compuesto por el humo de sus cigarros, al cruzarse por su camino le ofrecen su servicio con burlas:
- Hola guapo, ¿buscas novia? – dijo una mujer de piel oscura y cabello largo, mientras que tiraba su cigarrillo al suelo.
El solo la observo mientras continuaba su camino y comenzó a imaginarse su historia, como si se tratara de alguna novela barata o un libro de poesías viejos, se preguntaba sobre su infancia que seguramente había estado de descuidos de los padres, si es que los había, tal vez algún amigo o familiar que abusó de ella, tal vez un pequeño esperándola en casa, o quizás simplemente le gustaba estar jodida.
- Pues vete al carajo, al menos pudiste responder algo, jodido anciano- le gritó desde la calle y haciéndole señas con el dedo.
Si, esto era su vida, alguna broma oscura de dios, una casualidad del destino, algún mal karma que emanaba de ese lugar, pero que al fin de cuentas resultaba ser su hogar y su vida, lo mas parecido a un amigo era un borracho en alguna cantina y sus mascotas los roedores, palomas y demás animales que hay en la ciudad.
Esto era todo lo que le podía ofrecer a alguien que se consideraba un fracaso, era todo lo que le puede ofrecer a quien no busca vivir mas allá de sus días, a quien ya perdió toda esperanza de tener su cabaña en el bosque o una casa en la playa, mientras su esposa le prepara el desayuno a sus hijos y un auto lujoso espera en la cochera, no, esas era una vida que el jamás tendría, una vida que parece mas una ilusión o una película de Hollywood, el solo vivía por vivir, solo estaba ahí porque no estaba en otro lado, y a fin de cuentas, ¿Qué mas podía hacer el para cambiarla?.