Dios a través del hombre. Esto puede tener varias interpretaciones, segun el punto de vista que uno deseé tomar.
En el caso ateo, es decir, en mi caso, Dios a través del hombre solo puede significar el deseo humano de querer un ser superior que nos proteja y nos ayude, y así, crearlo en nuestra imaginación y hacer a toda nuestra cultura girar en torno a esta fantasía. De esta forma, el hombre hace a Dios real.
En el caso del creyente, Dios a través del hombre es una responsabilidad. Similar al cuento en el que un hombre en sus rezos le reclama a Dios por los males del mundo, y le exige que mande a alguien para corregirlos, y entonces Dios le contesta, “pero es que ya envié a alguien: te envié a ti”. Así, los hechos de Dios se materializan a través del hombre.
En ambos casos, en la del ateo y la del creyente, Dios a través del hombre es una idea que representa una responsabilidad máxima. Para el ateo, por que al no reconocer la existencia de Dios, la responsabilidad de salvar al mundo quen nos rodea es máxima, pues es el único que conocemos y, al negar la existencia de un cielo, también es el único que tendremos siempre. Por otro lado, para el creyente, esta idea es una responsabilidad máxima por que él es el responsable de llevar a cabo los milagros de Dios, y sin su compromiso, Dios no existe.
Así es como en la infancia histórica de los humanos, es decir, en la edad de los Griegos, los seres humanos clamaban por un Dios salvador y redentor: un Deus ex Machina. Sin embargo, hoy en día, cuando nos acercamos cada vez más a la madurez histórica de los humanos, cada día son más las personas que trabajan para hacer realidad la idea del Deus ex Homo: la responsabilidad de salvarnos a nosotros mismos. Sin embargo, aun no es suficiente. ¿Qué lo impide? He aquí la respuesta:
Cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras contempló de nuevo al pueblo y calló. “Ahí están”, dijo a su corazón, “y se ríen: no me entienden, no soy yo la boca para estos oídos. ¿Habrá que romperles antes los oídos, para que aprendan a oír con los ojos? ¿Habrá que atronar igual que timbales y que predicadores de penitencia? ¿O acaso creén tan solo al que balbucea? Tienen algo de lo que están orgullosos. ¿Cómo llaman a eso que les llena de orgullo? Cultura lo llaman… (Así Habló Zaratustra: 1,5 - F. Nietzsche)
Y así, de hecho, la cultura es lo que mantiene al ser humano atados a la niñez. ¿Qué es la cultura si no una serie de ritos, costumbres, valores, creencias y supuestos con los cuales los hombres substituyen al pensamiento creativo? La cultura es la medida de la normalidad, y es, por lo tanto, lo que normaliza a la sociedad. El creer igual que hace miles de años: el seguir queriendo un Dios salvador y redentor es el pecado más grande contra el Deus ex Homo, y por tanto, contra el ser humano. Es esta cultura precisamente la que impide que el ser humano se salve a sí mismo.